lunes, 24 de septiembre de 2007

Persiguiendo a Nietzsche (continuacion)


Esto no es mas que una teoría. Ya me gustaría a mi poder confrontar lo que escribo con hechos que se hayan estudiado y que, de alguna manera, soporten o invaliden cualquier parte, o toda la teoría que voy a escribir. Yo me imagino el cerebro del ser humano como un ordenador bien grande. Este ordenador tiene la capacidad de aprender. Aprender lo que significa es que contiene los datos suficientes en su memoria como para atreverse a tomar una decisión. ¿Que quiere decir eso? El hombre lo que hace para seguir viviendo es intentar decidir si esta bien o esta mal cualquiera de las acciones que esta a punto de realizar. Sin embargo bien o mal esta claramente mal definido o, simplemente carece de definición global por lo que, al final, se define bueno según una ley natural: la inercia. Es decir, si yo llevo un camino, y mi decisión permite continuar por ese camino, entonces es bueno. Si lo que produce es un cambio de dirección o un frenazo en el camino, entonces es malo. Curiosamente cada frenazo, o cambio de dirección genera un nuevo camino y, por tanto, transforma la definición de bueno. Pero lo que nos interesa en este punto es que, en base a este principio, las decisiones se toman según el camino que llevamos hasta este momento. Es dificil distinguir un camino cuando se va por el. Por ejemplo, es muy dificil darse cuenta de que la tierra es redonda, o gira alrededor del sol. De hecho, no se si alguno de vosotros, en algún momento, ha visto con sus propios ojos cualquiera de estos dos hechos. De la misma forma, para un ser humano recien nacido, es difícil saber cual es su camino. Dependiendo de la capacidad intelectual de cada uno, esta tarea puede llegar a costar toda una vida. Por tanto en vez de nuestro propio camino, tenemos que tomar como bueno lo que nos enseñan. Es decir, si tus padres te dicen que tal cosa es buena. Esto será, a partir de ese momento, bueno. El cajon de valores propios del individuo se va llenando de esta manera, hasta que llega un día en el que una situación cotidiana exige al individuo tomar una decisión que no es mas que una de las situaciones recogidas en el cajón. Ahora la decisión es fácil. Si cuadra con el valor guardado en el cajón, lo hago, si no, no. Por ejemplo, supongamos que has nacido en Barcelona, y tus padres son del Futbol Club Barcelona. Un dia tu padre invita a unos amigos a tomar unas cervezas mientras dan un partido del Barcelona contra el Español. Sin ni siquiera dudarlo un segundo, al ver a Ronaldinho rodar por el suelo tras un encontronazo con un jugador contrario, gritarás indignado ¡Falta! Puede ser la primera vez que hayas tomado la decisión de producir tal grito ante ese tipo de situaciones. Sin embargo sabrás que ha sido una decisión excelente cuando tu cerebro perciba que tu grito ni siquiera se ha escuchado en tu entorno, pues el estruendo del grito de los amigos de tu padre, junto con el suyo propio, lo ha velado. Todos a una gritaron, ¡Falta!... Todos a una!!! Esto seguro que esta bien hecho.

De esta forma, la educación, no solo parental sino contextual, es decir, la generada por el azar propio y particular del entorno de cada uno, define la base fundamental que nos llevará a tomar decisiones. Es posible que tus padres fuesen camareros. El dinero que necesita un camarero para poder vivir viene de su servidumbre. Cuanto mejor sirvas, mejor será la propina. Es decir, cuanto mejor hagas lo que otro quiere, mejor crees que vas a vivir. Esta es la educación que recibirás. Por tanto, tu capacidad de tomar decisiones propias será extremadamente pequeña, pues dependen de tu educación, y tu educación te dicta que, cuanto mejor hagas lo que los demas dicen, mejor para ti. Pero saber lo que los demas quieren es muy complicado!. La única opción que tienes es escuchar, y no siempre las palabras expresan lo que uno quiere. Incluso peor, los otros quiza no estan dispuestos a decirte lo que quieren. Y entonces tienes que empezar a adivinar lo que quieren y, por lo general, no vas a adivinar nada. Por otro lado, escuchar con la desesperación que supone pensar que de lo que se escucha se ha de sacar el sentido de la vida propia, lo que genera es miedo y, asi, es como menos se puede escuchar. Uno deja de escuchar lo que le estan diciendo porque le interese lo que le estan diciendo, sino qkue escucha esperando que le digan que tiene que hacer para seguir viviendo. Estamos ante un caso claro de dominado.

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