viernes, 27 de agosto de 2010

Un punto de referencia.



A las 5 me levanto. A pesar de que ayer me acoste a las 12 y media, y no he dormido mucho, en cinco minutos ya estoy en el hall, donde hemos quedado a las 5 y cuarto. Hay sólo un par de personas mas del grupo, y decido ir marchando yo solo. El trayecto hasta la casa de la Madre Teresa es de mas o menos media hora andando ligero. A esas horas ya es de dia en Calcuta, y la gente ya se esta levantando de la acera donde estaba durmiendo y lavandose en el grifo mas cercano. Lavando, tanto el sudor producido por una noche caliente y húmeda, como el rastro de hedor producido por las heces y restos de putrefacción que duermen unos metros mas allá. Este es el olor mas duro de soportar a estas horas de la mañana. He decidido que, cada vez que pase al lado de una de estas montañitas, me pondré disimuladamente la mano en la nariz para no vomitar... y es que, a estas horas, y sin desayunar y mal dormir, mi estomago está mas o menos delicadito.

A las 6 menos cuarto ya estoy en la casa de la Madre Teresa. Y ya estan en la sala del piso superior orando. No entiendo bien lo que dicen. Pero me sobrecoje esa imagen, cada vez que la veo. Me surgió la idea de verlas como un ejercito. Un ejercito transformador de enerfgía. La que cogen de un Dios en el que creen por encima de ellas mismas, y la convierten en amor. No se pierde ni un ápice en el proceso. Son como un torrente de energía. Completamente abierta sin obstáculos que la hagan ceder. Ver orar a un grupo de mujeres vestidas de blanco con un pequeño adorno azúl en forma de banda puede resultar hasta aburrido al cabo de un tiempo... pero yo se lo que hacen, porque lo he visto. Porque lo he sentido. Yo no soy religioso, pero en la misa y la oracion siempre lloro al escucharlas cantar.

Hoy, al entrar en la sala, me he golpeado con el escalón, y me he hecho sangre. Es una tontada, pero a mi me da bastante miedo. Después del desayuno me ire a Kalighat, la primera casa fundada por la Madre Teresa, para ayudar al moribundo, y tengo miedo de que se me infecte.

Al terminar la misa, me espero hasta estar cerca de una monja, la que sea, y le pido una tirita. Me dice que espere, no que baje a... no que espere un momento ahi. Espero unos segundos, y veo que se para a charlar con otra monja y una pareja... y la conversación se alarga. Yo tengo que marchar a Kalighat con otro que me espera, y tengo que desayunar antes, porque sin energía me pega un bajón que te cagas. Y recuerdo la imagen que, el primer dia que llegamos a la casa de la Madre Teresa, había en su tumba: "True love is surrender" y me rindo...a ver que pasa. El dilema es el siguiente: Debo esperar y observar como actúa la realidad por si sola, o dado que es un problema simple, conseguir una tirita y seguir!!, debo resolverlo... pasa un rato mas, y decido liberar a la monja de su insignificante deber de darme una tirita, y sin esperar mas marcho a desayunar. Al pasar junto a ella se gira de su conversación, me mira, la sonrio, con la sonrisa mas amplia que puedo, y me dice "sorry." Bueno, ya conseguiré la tirita en otro sitio... Y en otro sitio la consigo, pues en el bolso de la monja que esta repartiendo el desayuno, hay una tirita esperandome. Me la da, la cojo en la mano, y me siento a desayunar.

Un par de minutos después aparece la monja a quien le habia pedido la tirita. Parece buscar algo, asi que, por si acaso, me hago notar. Me acerca la mano, y me da un par de tiritas. Le digo gracias y se marcha.

Me cojo el autobus, junto con mi compañero, y mas o menos a las 8 menos diez estamos en Kalighat. Este es uno de los lugares físicos donde se produce el milagro de la transformación. En su interior hay unas cien personas. No hace mucho que consiguieron este calificativo, pues algo antes de estar a punto de morir, y que alguien les recogiese de la acera en un estado de putrefacción en vivo, habian sido despreciados por sus propias familias, muchos por haberse contagiado de la lepra, y han vivido durmiendo en la calle, sin que nadie les hable, les toque o les mire, por años. De repente se les recoge, y se les lleva a una casa, en donde se les baña, se les cambia, se les cura, se les canta, se les da de comer y se les toca la piel; Incluso aquella que a ojos de cualquiera es intocable. Y se les dice:" tu eres una persona como yo". En esa casa hay voluntarios, muchos y de muchos paises. Y luego hay unos seis o siete hindues, una chica coreana, un chico español, y un par o tres de monjas que van allí todos los días. Mientras los voluntarios se curan de sus heridas, este grupito que he descrito trabaja de tal forma que la distancia entre el alma del enfermo y su propia alma es inexistente. Nada se interpone entre ellos, ni la tuberculosis, ni la lepra, ni el mal olor. Efectivamente son personas y, efectivamente tratan a personas como ellas. Exactamente iguales. Y aun así, pueden amar.

Hace días un desecho mas llegó. Gracias a ellos, hoy ha muerto un hombre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que en la vida, el amor mueve tanto o mas que cualquier maquinaria moderna, con las máquinas pueden mover esas grandes piezas que forman los molinos de viento y con ellas mismas también pueden mover esas vigas con que se se construyen las modernas autopistas pero, aunque soy vieja y creo conocer el amor no he podido confirmar con echos esa realidad tangible y vivida como es el regalo del amor, aunque tú no lo creas, no te emocionaría ni te llamaría la atención esos hechos que describes si tú mismo no fueras puro amor intentando llegar a los demás, muy hermoso el final, ser respetado y tenido por un Honmbre es el máximo honor que se merece cualquier ser humano.

Fernando dijo...

No puedo hacer mas comentario que alabar tu valentia ya que no lo he visto y no se si podria aguantarlo, es muy facil leer u oir la desgracia sin mirarla de cerca.
Fernan

Fernando dijo...

No se si la otra vez que lo lei llore, esta vez si que lo he hecho. Lagrimas resultado de admiracion ya que yo no tendria la valentia de hacerlo.
Te quiero