El otro día iba paseando con la bici. Aunque era de noche, Montreal es como cualquier otra ciudad desarrollada, y la luz eléctrica es mucho mas que suficiente para ver con absoluta normalidad. Al torcer una calle, no muy lejos de la esquina, estaban saliendo de un coche, bien aparcado, tres personas. Una de ellas llevaba un tablero bajo el brazo de proporciones considerablemente grandes y, en el momento de acercarme yo, estaba mas o menos en el medio de la calle, mirando hacia adelante, es decir, dandome a mi la espalda, y alejándose del coche, que habían aparcado en la acera opuesta a su casa. Tres situaciones ocurrieron en ese momento... bueno, tres (y media) son las que voy a describir.
1) Desde mi punto de vista, no era difícil tomar una decisión. El chaval continuaba avanzando sin percatarse de mi presencia, lo cual me permitiría simplemente pasar entre él y el coche sin problemas, pues su dirección era justamente la opuesta. Cada segundo que pasaba me dejaba a mi mas espacio. Esa fué entonces, sin pensarlo mucho, la decisión que tomé.
2) Aparte del chaval, las otras dos personas que, en ese momento estaban literalmente saliendo del coche, parecían ser la madre, y la hermana. La hermana mas o menos permaneció impasible ante la situación. Sin embargo, la madre, sin tampoco excesivo entusiasmo o preocupación en la voz, pero con tono alto y claro, dijo: ten cuidado.
3) El chaval, que hasta ese momento estaría seguramente rezando en arameo por el peso, y calculando (de manera incosciente) el punto de equilibrio del tablero para evitar el constante, alocado, y sobre todo molesto balanceo del artefacto que llevaba bajo el brazo, ante la llamada de atención de la madre, paró, y giro su cuerpo, (y con él el tablero), para mirar a su madre.
El espacio, o mejor el espacio potencial, que con tanta meticulosidad había calculado yo instantes antes, se desvaneció por completo. En fin, no por completo. Siento decepcionaros, pero no hubo ni sangre, ni siquiera contusiones mínimas. Un pequeño golpe de freno, y un quiebro a última hora, suficiente para colarme por el resquicio que en realidad había entre ambos objetos, tablero-chaval, versus coche, me salvo de un disgusto mayor. Junto con la acrobacia, no pude evitar el típico balanceo de cabeza, (mínimo, pero existente), signo inequívoco que produce el que perdona la vida de alguien que ha cometido un delito imperdonable, junto con un leve suspiro, liberador de la tensión y pánico acumulado hasta el momento.
Nada muy interesante hasta el momento. Pero de repente ocurrio algo que, a mi, me llamo mucho la atención. De repente el chaval dijo, dirigiéndose a su madre: "Justo si me dices que tenga cuidado, es cuando empeoras la situación porque no se lo que esta pasando."
No solo era verdad, sino era exáctamente lo mismo que estaba yo pensando!!
A mi se me hace muy difícil reconocer o entender que el resto del mundo son personas como yo. Normalmente uno se mete de manera un poco mas implicada en los problemas de aquellos que, realmente, estan muy muy cerca de uno mismo, y en todo momento. Los problemas que les ocurren a hermanos, padres o amigos muy muy cercanos, son los que, junto con lo que nos ocurren a nosotros mismos, pueden producir unas lágrimas desconsoladas, y un estado de confusión y ansiedad que puede desestabilizarnos. La inmensa y cruel muerte de millones de personas en el mundo, o la desgracia infinita a la que sometemos a seres que se nos parecen físicamente, nos producen absoluta indiferencia en cualquier otro caso. No realizamos ni un minúsculo movimiento para resolverlo. Y no es mas que por la dificultad intrínseca que supone entender que aquello que estamos pensando ahora mismo, es lo mismo que piensan los demas! El estado de ánimo que nos produce que nos toque la lotería, o ganar a las cartas, o perder 100 euros, o que nos roben la cartera, es el mismo si eres africano, chino, canadiense, o españolito de a pie.... el mismo.
De repente se hace mucho mas interesante este mundo. Muy distinto que cuando se habla con esos escaparetes andantes que adornan nuestra existencia para procurarnos una colección suficiente de anécdotas como para que saquemos la conclusión de lo listos que hemos sido hoy o lo insuperable que son nuestras acciones, o para proporcionarnos el desasosiego típico que conlleva que, uno de esos seres, animados pero extraños, nos humille en público. Si lo único que hay en este mundo soy yo, cualquier situación externa va hacia uno u otro lado, es decir, las conclusiones a sacar son siempre las mismas: lo he hecho bien o lo he hecho mal.
Cuando, de repente, no estamos solos en este mundo, sino que esos entes espontáneamente se convierten en personas exactamente igual que nosotros!, que piensan lo mismo que nosotros, aunque solo sea otra vez por egoismo, es posible que si les escucho entienda algo de mi mismo que antes no entendía. Pero es que, además, cuatro ojos ven mucho mas que dos. Y ahora esta claro que esos dos ojos que no son los mios, son sin embargo igual de válidos. Con la cantidad de cosas que, no esta muy claro porque, (al menos no lo esta para mi), nos ofrece la vida, esos dos ojos nos van a acercar a esas a las que, simplemente por geografía anatómica básica, los nuestros no podían acceder. Y muchas veces son muy bonitas. Y antes, segundos antes de darme cuenta de esto, las perdia...
Pero es que no son dos ojos mas. Son muchos. Son los vuestros.
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