sábado, 3 de octubre de 2009

No soy Yo.


Hace muchos años me monté en un autobús y, mientras iba sentado, entro un hombre que fue a sentarse a mi lado. De repente me dio por pensar en lo que en ese momento estaría pensando ese hombre. De repente caí en la cuenta de que en ese momento, todos y cada uno de los viajeros del autobús estaban pensando algo y que, si por casualidad, cerrando los ojos me surgiese el pensamiento de uno de ellos, no habría forma de saber de quien era… pero, entonces, ¿no era posible que, en realidad, el pensamiento que estaba teniendo en ese momento fuese de otro?, es decir, exactamente, podría estar ocurriendo eso que me estaba preocupando. Quizás tal pensamiento no era sino el pensamiento de otro ser que se me revelaba con absoluto detalle, siendo por tanto imposible que yo pensase en nada o, quizás trasladando mi propio pensamiento a otro ser. Y, en ese caso, ¿a quien? Y si el pensamiento podía trasladarse con tal facilidad entre seres, ¿no podía ser que el ser que, en ese momento, desmenuzaba mi pensamiento se encontrase en cualquier parte del mundo, y no necesariamente en aquel autobús?

Pero esto es maravilloso! Ante la imposibilidad de decidir de quien es el pensamiento que poseo en cada instante, y siendo yo por definición-- al menos la que proclaman los seguidores del método de Descartes-- la consecuencia de mi pensamiento, no tengo por menos que pensar que la probabilidad de que yo sea cualquier persona, es la misma. Así pues, cuando se comete un crimen, es probable que yo haya sido el culpable. Es decir, es igual de probable que haya sido yo, a que haya sido el cuerpo que me muestran por televisión. Pero conociéndome a mi mismo tal y como me conozco, tengo muchas mas herramientas para entender porqué he cometido tal crimen. Es decir, el juicio que puedo hacer de la situación será mucho mas acertado, que aquello que me impulsan a creer los testimonios que puedan aparecer en los medios de comunicación sobre el acto. Pero también ocurre que, cuando un ente consigue batir el record del mundo de velocidad, es probable que haya sido yo el que, gracias a mi esfuerzo y disciplina, haya llevado a tal cuerpo a conseguir tal hazaña. Y es igual de posible que la demostración de alegría que ese cuerpo esta exhibiendo por la tele, no sea otro sino yo el que la esta sintiendo. ¿Quién me dice entonces que, cuando siento odio por mi interlocutor, no estoy sintiendo en realidad odio por mi mismo? Mi cuerpo, excitado por un pensamiento de propiedad, en principio ajena, siente repulsa hacia mi propio pensamiento, albergado en el cuerpo de mi interlocutor.

Tal galimatías merece una reflexión. El ser pues acaba de ser escindido, una vez mas, en dos partes: consciente y subconsciente. Pero esta vez de manera mucho mas radical, pues ni siquiera se encuentran ambos en el mismo lugar en el mismo instante. Por tanto, hemos de intentar con todas nuestras fuerzas neutralizar el malestar, o bienestar, producido por pensamientos conscientes, que pueden no ser nuestros, y que impactan directamente en nuestro subconsciente. Se notan, principalmente, en los intestinos que se revuelven. Pero también producen otra gran cantidad de síntomas en los latidos del corazón, la falta de aire, o mareos contundentes que nos alejan momentáneamente de la realidad. Y a que me refiero con neutralizar. Teniendo en cuenta que corremos el peligro de no estar sintiendo lo que en realidad creemos estar sintiendo, estamos de manera evidente viviendo en la mentira. Y vivir en la mentira es, por definición, no vivir. Así pues, si lo que nos interesa es vivir, debemos de alejarnos de este mecanismo. Se trata pues de acercarnos a la verdad, es decir, sentir nosotros, lo que creemos estar sintiendo. El objetivo es entender que parte de nosotros, en realidad esta en cada trozo de conversación, en cada movimiento del universo –en el sentido mas global posible- y que por tanto, si queremos sentirnos bien, hemos de evitar a toda costa sentir odio por los demás, que somos nosotros mismos, y compartir de la forma mas general posible nuestros éxitos emocionales.

Aléjate de ti, y te sentirás mas cerca.

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