domingo, 27 de enero de 2008

Las siete vidas del gato



Hace un tiempo marche a hacer el camino de Santiago, caminando. Para mi fue una gran experiencia, supongo que porque me encanta andar. Sin embargo, lo que buscaba allí no era ejercitar los músculos de las piernas, sino las neuronas del cerebro. Las mías tienden al aburrimiento con una enorme facilidad y uno de los grandes problemas que todavía no he podido resolver es que tipo de ejercicio les viene bien hacer. Así que, cuando me da el cerebro para ello, busco en que entretenerlo. Es quizá por esto que uno de los mayores placeres que encontraba día a día no era a través de las piernas, sino a través de los ojos. En verano se acostumbra a salir temprano para poder caminar un buen trecho sin que te atormente el calor y yo, como mas o menos todos los demás, me levantaba y salía a caminar un poco antes de que saliese el sol. Cuando éste salía me paraba y lo observaba todo el tiempo que los ojos me permitían mirarlo sin hacerme daño. Dicen que los gatos tienen siete vidas. Nosotros tenemos muchísimas mas. Y es que, en realidad, cada vez que nos vamos a la cama nos morimos y no es sino un pequeño milagro, absolutamente fuera de nuestro alcance, el que nos permite volver a la vida al día siguiente. Mas ricos que ayer. No hacemos nada por merecerlo y, sin embargo, ahí esta. Toda entera, una nueva oportunidad de derramar una lágrima nueva. Esa que nos hace conscientes de la fuerza y el poder que tenemos, y que nunca fueron usados para aliviar el peso que un niño, sin ni siquiera saberlo, sufre al tener que soportar nuestro tedio, nuestra apatía, y nuestra mirada ciega e interna. Todos tenemos una experiencia que nos permite entender un poco mas la vida, unos mas que otros quizás, pero en cualquier caso muy lejos y muy superior a la de la mirada ignorante de un niño. El uso que se da de esa experiencia es nuestra elección. Es muy posible que nuestro pasado sea muy dañino y no nos permita mirar. Si, esa es la razón, la única razón que explica que el sólo hecho de no dejarlo a un lado, impide que el resto del mundo, inevitablemente maniatado a nuestro propio futuro, se incline un poquito mas hacia la ignorancia, la ceguera, y el aislamiento. Efectivamente, solo el no mirar no nos deja ver el mal que produce la ausencia de vida en nuestra mirada. Y es que no estamos solos. Si tu ríes, la gente se alegra. La gente que, a su vez, alegrara a esa otra gente. Y ahí esta; una estrella que nos permite entender que estamos una vez mas vivos, a pesar de lo negro de nuestra mirada. Una estrella que, tranquila, espera día a día hasta que de repente utilicemos toda la fuerza y sabiduría que, quizá el dolor, o el desengaño, pero también la curiosidad y la suerte de ser hombre para poder entender, hemos recogido a través de los años, para enseñar a ese niño que esta delante de nosotros que estamos aquí para que el confíe, y crezca. Y cuando le damos todo lo que tenemos, esta deseando devolvérnoslo con creces, en forma de amor... ademas, curiosamente, el no espera a mañana. Ah, por cierto, si por casualidad te entran las ganas de conocer a ese niño, no te vayas muy lejos que, cuanto mas cerca busques, antes lo encuentras. Probablemente no este en las bahamas la persona que mas aprendería de tu mirada, sino mas bien a tu lado... y deseando, de verdad, demostrarlo. Solo necesita entender que a ti efectivamente también te hace ilusión vivir pues, de esta forma, su vida tendrá un poco mas de sentido. Y es que seguro que si a mucha gente le gusta, es que tiene que ser molona!!

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