sábado, 2 de febrero de 2008

Yo criminal



A mi gusto no esta clara nuestra historia antes de nacer. Uno nace, y punto. Así que, al menos por ahora, prefiero hablar de la historia después de nacer. Y salvo ciertas excepciones en las que algún daño físico esté claramente definiendo las posibilidades de este nuevo ser humano, en general, como ya he comentado en algún momento, a mi me gusta pensar en estos animalitos como bolsas, enormes y vacías, listas para llenarse de todo cuanto uno quiera meterles. La vida pasa y, en las mayoría de los casos, salvo tontaditas que hacen un poco mas entretenido el día a día, nada grave ocurre. Si, bueno, robar un bolígrafo en la papelería, y que te cojan, suspender un examen… o mas de uno, no ligar, a lo mejor hasta perder un trabajo, que en la mayoría de los casos le siguen el empezar uno nuevo … en fin. Y con esta rutina, mas o menos impoluta, pasan los días permitiéndonos sentirnos como el mejor de todos los tiempos. Nada malo nos ha ocurrido, y es porque nosotros hacemos las cosas bien. Vamos, hacemos las cosas mejor que los demas!! A nosotros nunca nos puede pasar nada de eso que dicen que pasa en la tele… En otros casos, los menos, algo pasa. Con esto me refiero a un accidente que convierte a esa persona en un criminal. Porque roba y atemoriza a la población que le rodea, porque se metió en las drogas y desde entonces hace insufrible la vida de los demás, o porque asesinó a otro ser humano… O quizá no hay que irse tan lejos. Es posible que uno se sienta criminal cuando, en realidad, el único crimen que se ha cometido sea pensar que en algún momento se salió de los valores morales que comúnmente se tienen por inviolables. Es decir, ni siquiera esta claro que sus acciones hayan sido terribles de manera objetiva. Algunas personas, por su forma de ser, consideran como fuera de lo admisible actos que, para la mayoría, pasan desapercibidos. Y sin embargo, causan un daño terrible en la propia persona pues, a partir de ese momento, tiene un sentimiento extremo de culpa que le condiciona en su relación social. Cualquiera que sea la razón o pretexto, tal accidente hace creer a esta persona que se ha convertido en un ser malo, despreciable, a ojos de cualquier otro individuo.

Ahora no quiero juzgar si estos hechos son simplemente pretextos o son verdaderas atrocidades. Sólo quiero situarme en una persona que, por cualquier motivo, se siente en deuda con esta sociedad, inferior, y sin derecho a ser querido.

Pero supongamos además, por un momento, que esta persona no es tan mala, sino que, por ejemplo, su accidente no fue mas que el fruto de los errores que la misma sociedad produce, que pueden ser muy graves, y que pueden afectar mas o menos a cualquiera, aunque muchos no lo crean así. En algún momento esta persona, como persona que es aunque a muchos nos cueste entenderlo, tendrá sentimientos, querrá charlar o tomarse un café con un amigo, necesitará reírse… Pongamos por ejemplo que el vivía tan contento en un barrio, (cualquiera de una ciudad cualquiera), y un día después de saberse como ser peligroso, le apetece volver al bar de siempre. A parte de la acogida que los amigos de la infancia le diesen, (que cabe la posibilidad de que no sea muy calurosa, sino mas bien fría, distante y temerosa), todavía queda su propia conciencia. Y es que el mismo se sabe mas malo que la mayoría de gente con la que acostumbraba a salir. ¿Qué puede hacer? ¿Es que no tiene remedio esta situación? Es claramente difícil aceptar a tu lado a un criminal. Es como si estuvieses aceptando como válido un hecho que esta claramente fuera de cualquier límite moral que el ser humano haya trazado. Ante esta situación, uno mismo se siente mal, por mucho que quiera ayudar al criminal. Así que es posible que el propio criminal, si espera clemencia o comprensión de aquellos a los que comprendió en su momento, quizá espera demasiado. Quizá, de hecho, esta pidiendo demasiado.

Pero todavía queda algo por hacer. No por el simple hecho de haber cometido un tremendo crimen hace a una persona completamente inválida. Simplemente plantea un problema que esta sociedad no ha sabido resolver todavía. Entonces, ¿cómo podemos aprovechar esta valía? Bueno, quizá esta persona, criminal, deba admitir que su vida ha cambiado. Ya no es un ser como otro cualquiera, y quizá su relación con la gente “normal” se ha roto. Pero en esta sociedad no hay un único criminal, y todos aquellos que estén en sus mismas condiciones estarán mucho mas preparados y dispuestos a entender su caso. Así que quizá es el momento de cambiar de vida, marchar hacia una parte de la sociedad, en algún sentido marginal, y empezar de nuevo. Claro está que el lugar donde buscar dependerá estrechamente del crimen que se cree haber cometido.

Y allí, uno puede de nuevo intentar poner toda su capacidad para hacer de éste un mundo mejor. Un accidente lo tiene cualquiera. Incluso es posible que objetivamente sea una persona peor que la mayoría, pero a lo mejor es mejor que la mayoría de las personas en este nuevo contexto, y allí quizá tiene algo que aportar. Pero también es posible que simplemente fuese un accidente. Y al cabo del tiempo de estar esforzándose en este pequeño mundo marginal, su fuerza sobrepase la frontera de lo inaceptable, y algún ser humano, normal, y un poco mas sensible, aprecie su esfuerzo y se acerque… y con el, acerque a toda esta sociedad que un día le expulsó por leproso moral. Quien sabe. Quizá un día el mismo se perdona, y se atreve a marchar al bar de todos los días. Porque, en realidad, ese bar esta lleno de nosotros, personas dispuestas a juzgar y castigar con firmeza el pecado de esos pervertidos que están dispuestos a cometer un acto terrible en cualquier momento, justo después de cometer el propio. A veces me parece tener clara alguna de estas frases inmortales que pulula por el aire, como esa de “que levante la mano el que esté libre de culpa”.

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