sábado, 8 de marzo de 2008

En los túneles.


El invierno es largo en Montreal. Un día, allá por Noviembre, nevó. Y desde entonces, el techo de la casa de enfrente de mi ventana ha estado constantemente cubierto de nieve. Unos días mas, otros menos. A veces, la constante exposición a una capa de veinte centímetros de nieve produce pequeñas goteras en el interior de la casa que, por otra parte, son difíciles de eliminar mientras dura el invierno.

Este es el caso de una pequeña fisura que se ha formado en uno de los túneles de la universidad. Conecta una de las facultades con la cafetería y el parking principal del campus. El día que apareció, también apareció un nuevo problema para el personal de mantenimiento de la universidad. En el medio del túnel una pequeña gotera, con su correspondiente río de agua circulando por el túnel, hacían un poquito mas incómodo el libre circular del transeunte por entre los recovecos de los túneles. Y quizá, un poquito mas grave que eso. En la mente de cada individuo que pasaba por el túnel quedaba esa ligera sensación, casi inapreciable, de que caminar por ese túnel, en esas condiciones, quizá no era todo lo seguro que a uno le gustaría. Al fin y al cabo la pequeña fisura podría no ser tan pequeña y venirse a bajo el túnel en cualquier momento... Bueno, incluso aunque sea muy improbable, lo que es seguro es que, si eso pasa, nadie quiere estar allí en ese preciso momento.

Por otro lado esta el problema, técnicamente difícil, de reparar la fisura con las condiciones climatológicas actuales. El personal está claramente en un apuro... Lo bueno del caso es que el personal de mantenimiento de esta universidad, como el personal de mantenimiento de cualquier entidad--pública o privada-- de cualquier parte del mundo, está acostumbrada a resolver problemas de manera eficiente a tiempo real. En esta ocasión fué Pierre el que, de manera instantánea, sugirió la idea. Y de manera instantánea se llevó a cabo. A partir de entonces un gran cubo de basura se va llenando poco a poco con el transcurrir de los días.

Bueno, es justo decir que, en esta ocasión, la idea resolvió uno de los tres problemas, quizá el mas acuciante, pero no tanto los otros dos. La cuenca del nuevo río se redujo a la nada. Pero la fisura en el techo, y en la tranquilidad del transeunte seguían un poco heridas. De esta forma se pasaba el tiempo entre la puerta norte y la sur de ese tramo del túnel. Al entrar, la imagen del cubo de basura en el medio del túnel hacía que,durante un milisegundo, retumbase en la mente del distraído viandante el pensamiento intrigante del derrumbamiento inminente del túnel. Malo. Pero esto no era mas que ese milisegundo de inmensa sensatez que tenemos todos. Quedaban muchos segundos de vida rutinaria, presente, y práctica. Entre otras cosas, lo que Pierre había colocado para evitar el aguacero era, precisamente, un cubo de basura. Y no es inusual que el viandante de turno tuviese, en el preciso momento de abrir una de las puertas del preocupante tramo, algún tipo de desecho que le estuviese sobrando. El civismo típico del ciudadano Canadiense, y mas en la parte francófona de Montreal, hace imposible pensar en lanzar al suelo un pañuelo, un papel, un paquete de tabaco vacío, o una lata. ¡ Y menos cuando hay un cubo de basura justo ahí para poder tirarlo! Pero esto era al principio. Pasados unos días, los viandantes empezaron a contar con ese enorme y hermoso cubo de basura en el medio del túnel como el lugar perfecto para lanzar los restos inútiles de un exquisito manjar, un inevitable placer, el vacuo registro de un exceso pasado o, finalmente, de un incómodo malestar. Y justo al venir del parking, o al ir a la cafetería desde el lugar de trabajo. Todo un invento. Pronto el cubo no solo rebosaba de agua, lo cual hacía muy feliz a Pierre, sino también de mierda, lo cual le devolvía de forma abrupta a su estado habitual de depresión constante. Y es que trabajar para el mantenimiento de una maldita universidad no es que sea la mejor y mas feliz forma de ver transcurrir los días.

Pero este hombre no se achica fácilmente. Ayer, Pierre, volvió a resolver el problema. Una red metálica, cuadrada, suficientemente grande para cubrir la tapa del cubo de basura, y suficientemente agujereada para permitir la entrada del agua de la gotera, y sólo el agua de la gotera, y nada que fuese de mayor volumen o apariencia, apareció colocada de manera cuidadosa a modo de tapa...

Sabiendo que el ingenio del ser humano es ilimitado, estoy realmente ansioso por ver como se desarrolla esta historia... ¡Uy! espero que el dichoso calentamiento global no nos acorte este invierno!!

1 comentario:

Inma Jiménez Neira dijo...

me gustaria ver una foto de la evolución de ese cubo de basura en mitad del túnel...