Hoy he ido a ver un documental titulado la pesadilla de Darwing. Es una actividad gratuita que organiza los domingos el museo de ciencias de Montreal, situado en uno de los edificios de la universidad. Todo parecía indicar que se trataba de una lección sobre la teoría de la evolución o, mas concretamente, de su puesta en práctica. La peli comenzaba a las cuatro de la tarde. Sobre las dos y media yo ya estaba en el museo. Así podía aprovechar para darme un paseito y ver la maravillas del museo. Conchas marinas, algunas de ellas que han ganado concursos de belleza... (si, yo tampoco sabía que había concursos de belleza para estas cosas, pero en realidad lo merecen), minerales exóticos, muestras de cabezas disminuidas por tribus de Jívaros... en fin, como otro museo de ciencia cualquiera.
A la cuatro menos cinco me he ido al auditorio donde se proyectaba la película. La sala estaba completamente... vacía. Sin problemas de apresuramiento para escoger el sitio, me he sentado en el mejor, al menos a mi parecer. Un par de minutos depués viene el responsable de comenzar la proyección, con un dvd en la mano. Después de manipular durante unos segundos el aparato reproductor...(del dvd quiero decir), termina por señalar en voz alta: "Bueno, esperaremos un par de minutos". Rápido he entendido que se dirigía a mi, y no he perdido mi oportunidad de comenzar una agradable conversación.
Jorge: No hay mucha gente hoy.
Responsable: No. Normalmente los domingos suele haber tres o cuatro personas...
Jorge: De todos modos hay todavía unas cuantas personas en el museo... quizá no saben que hay una proyección ahora...
Responsable: Es posible... déjame que lo mire un momento...Se marcha.. Al cabo de un par de minutos vuelve y, sin decir palabra, comienza de nuevo a manipular el aparato.
Jorge: Que, ¿Se lo has dicho?
Responsable: Si, pero...
Jorge: No hay interés.
Responsable: De todas formas es raro porque siempre tenemos los fieles... quizá vengan mas tarde...En fin, yo a lo mejor me paso en algún momento para echar un vistazo. Como responsable, estaba claramente preocupado por mi bienestar como único observador del documental...
Responsable: ¿Quieres que cierre esa ventana?...
La cierra y, oscuras, comienza el documental. Para mi sorpresa, nada sobre evolución. Ni teórica, ni práctica. Es un documental sobre la pesca en el lago Victoria. Aterrador, como siempre es la realidad en la que vivimos. Entre los muchos problemas que intenta abarcar, nos muestra como millones de personas en Tanzania, a los alrededores del lago, comen gracias a la pesca... El problema es que su dieta no es muy variada, y quizá un poco escasa de calidad. Una gran factoría colocada a orillas del lago se dedica a filetear el pescado y empaquetarlo en cajas térmicamente aisladas, y llenas de hielo para preservar la calidad, a la mayor velocidad posible. La misma a la que deben trabajar los que manipulan las cajas desde la nave industrial hasta el aeropuerto, especialmente construido para ese propósito. A falta de medios, la velocidad óptima se consigue elevando el número de trabajadores por envío. Salario: menos de un dólar al día. A ese ritmo, frenético, las cajas terminan colocándose cuidadosamente en el avión, y se envían a Europa. Paralelamente, las raspas son transportadas en camiones al aire libre y, llenas de moscas y gusanos, se depositan en la arena en medio de la nada. Al lado, mujeres y niños, recojen las raspas y las colocan en una especie de secadero, con el único propósito de alejarlas lo mas posible del suelo. Un primer plano nos enseña como circulan los gangrenados dedos de los pies de una mujer alrededor de las putrefactas raspas. Esta misma mujer ha perdido un ojo por la constante exposición al amoniaco que emana de los cadáveres. Esta, sin embargo, no es la comida de los africanos de la zona, sino solamente de aquellos que pueden pagarla. Para el resto es mas fácil. Simplemente se mueren de hambre. En una ocasión se ve como unos niños preparan una cazuela, (una de esas latas de tamaño familiar), con arroz para comer. En total serán como unos veinte niños. La lucha que se produce al terminar la cocción yo ya la había visto muchas veces. Es esa misma lucha que se produce entre gaviotas a la orilla del puerto cuando encuentran algún resto que comer. Y digo gaviotas por decir un ejemplo. Gorriones, ardillas, buitres, leones... humanos...todo igual. De repente una de estas gaviotas humanas, de color negro y aspecto desesperado, consigue un puñado de arroz, y marcha a un rincón a comerlo, otras dos luchan a puño, y cuerpo, desnudos... por nada, pues el arroz ya hace mucho tiempo que ha desaparecido. Una tercera con mas fuerza, valor, o simplemente hambre, se acerca al ricón, y de un puñetazo derriba a la primera para coger el arroz que todavía le quedaba.
A la pobreza extrema, la ONU responde que se necesitan toneladas de arroz para evitar el hambre en la parte central de Tanzania. Sale en la tele. Nosotros, europeos, lo hemos visto en la tele. Pero los aviones que llegan a Tanzania para recoger el pescado unas veces llegan vacíos, y otras llenos pero de armas para distribuir entre los países africanos en conflicto. Esto al menos es lo que asegura uno de los reporteros, aunque en el documental no se llega a presentar imágenes que lo confirmen.
En medio de tanta delicia llega al anfiteatro el primero de los fieles. El responsable tenía razón, vendrían mas tarde. Minutos después un nuevo fiel y, con él, el número medio de asistentes a la proyección se consigue. Yo ya puedo disfrutar de la película sin preocuparme de nada mas... Y tal es mi despreocupación que decido estirarme abiertamente al calor de la oscuridad producida por el atento cierre inicial de aquella ventana... que considerado. Afortunadamente el ritmo del documental no es constante, quiero decir, no es constantemente asfixiante, y basta que se aligere un poco, (o así me lo parezca a mi), para que segundos mas tarde pierda el conocimiento. Minutos después me despierta un violento portazo: ¿donde estoy? Ah, si... Miro a mi alrededor y no hay nadie en la sala. Decido seguir viendo el documental... en un momento de tensión me acerco a la barandilla de mi banco, y observo que en el banco justamente bajo el mío, esta tendido el segundo fiel (el primero parece que definitivamente ha marchado, y fué su portazo el que violentó mis sueños). Instantes después, un tranquilizador ronquido me garantiza que el cuerpo tendido no esta muerto...(quiero decir, con las imágenes que se han estado proyectando, a lo mejor le ha dado un ataque al corazón!). El transcurso de la película hasta el final no tiene mas sobresaltos... (salvo los golpes directos a las bases de la entereza moral que supone el simple hecho de que este allí, en ese sala, como observador inactivo de tales acontecimientos... quiero decir)... Títulos de crédito y, en el silencio, la figura del fiel se icorpora asustada por el cambio de ritmo en la sala, ahora no hay ninguno, y se sienta. En medio de la oscuridad comienzo mi marcha pero, antes de alcanzar la puerta, el fiel me pide que por favor encienda la luz. La busco, pero no la encuentro, así que le digo que espere un segundo que voy a localizar al responsable. Le encuentro, (parece que la película ha durado mas de la cuenta y el responsable anterior ha marchado. En su lugar una linda señorita, de nombre Alex, me indica que el museo esta cerrado, y que debo desalojar por la puerta lateral. Marcho al baño, y vuelvo para salir por la puerta que me ha indicado el nuevo responsable, para lo que debo atravesar de nuevo el auditorio, ahora a plena luz. Al alcanzar la puerta de salida, por fin puedo ver al segundo de los fieles que también esta saliendo en ese momento. Después de dirigirme unas palabras sobre el tiempo, el mendigo, bien aseado, se dirige de nuevo a una de las calles principales de Montreal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario