miércoles, 4 de junio de 2008

Una nota de esperanza.



Tengo miedo. Miedo a perder el tiempo. A sentirme inútil. A no ser. Nací desinteresado, y es como un traje de pegamento que uno tiene como segunda piel. Que no te deja mirar al exterior. Que te separa y te define como un ente aparte... si es caso. Que te aísla. No se que milagro se ha producido con el paso del tiempo, a que tipo de fuerza poderosa he estado sometido, durante mucho tiempo, que al final ha producido un desgarro. Justo en el punto donde mas intenso late el corazón. Es como un minúsculo túnel que me une a la vida. A mi mismo. Por ahí, cada día, intento introducir una mano, que digo una mano, un dedo, un trozo de uña, un aliento, que me permita agrandar un poquito el orificio. El solo hecho de intentarlo, sin todavía saber que hay en el exterior es lo que mas esperanza me produce pues, de desinteresado, paso a interesarme por algo. Por mi mismo. Mi interés por encima de mi miedo. Pero el camino es duro. Esa propia fuerza devastadora que me permite mirar, también me debilita. Es como intentar caminar en medio de un huracán. Este, al final, produce grandes marcas en ti. Marcas que te permiten empezar una vez más, pues te proporcionan un conocimiento nuevo que, sin esta tremenda exposición al límite de tus posibilidades, jamas habrías entendido. Marcas que, por otro lado, duelen.

Y el camino no es fácil. Porque es tal el placer y la alegría que se produce al atisbar un cambio, un deterioro en ese perfecto traje, aislante y monstruoso, que descuidamos lo que pasa un milímetro mas arriba. Y un milímetro mas arriba, la naturaleza viscosa y contagiosa de nuestro traje lucha por cerrar su propia herida. Y lo consigue. Una y otra vez. Y pasa el tiempo y la brecha es, como al principio, minúscula. Ese túnel, un día de esperanza, es hoy mas oscuro que la mas profunda de las cuevas.

AAAAAHHHH!!!! ¡Dios mio! ¿Donde esta la luz?

Sólo una idea. Esa luz que mis ojos no pueden ver esta, sin embargo, al otro lado del tunel.

Y es que de esa lucha constante por agrandar la brecha de mi traje he sacado gran provecho. Estoy mejor preparado. Mis músculos son mas fuertes. Mi miedo es menor pues en mi fuerza confío. Pues la siento. Y ambas cosas me ayudan a soportar la ceguera y falta de aire que el engrudo firmemente pegado a cada rincón de mi piel produce. Y la angustia es menor. Y si antes, desde un estado mas débil pude llegar hasta aquí, ahora, mas fuerte físicamente y mas entero psicológicamente, soy capaz de calmar mis ojos en su ansia de ver, cerrarlos, y seguir moviendo poco a poco la fisura con la esperanza de que mañana sea mas profunda, y mas abierta. Y que el contacto con el exterior, seque la herida. Esto hará permanente mi unión con el exterior. Y sólo puede acrecentar mi interés. Y sólo puede ensanchar mi vida.

Quizá una fuerza inmensa me permita quebrar un poco mas mi traje.

Sólo me queda esperar el milagro. Y ya ha ocurrido una vez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué ha ocurrido?

Anónimo dijo...

Hace mucho tiempò que empezaste esta lucha, creo que de aquel traje original de presión y desesperanza ya no queda casi nada, eres lo que estás haciendo por tí mismo y creo que me gustaría aprender ha sentir por mi lo mismo que sientes tu por ti.
Me gustaría también tener tiempo para volver mis creencia del reves y aproximarme un poci a las tuyas, yo pienso que la verdad cruda muy pocos la aguantan de hecho se inventaron las "mentiras piadosas" para, de algún modo, seguir mintiendo en cualquier situación y excusarnos con la necesidad de no hacer daño, quizá la verdad haga, en algunos casos, más daño que la mentira.
Enhorabuena, creo que eres una gran persona, adelante, la flaqueza es para otros, creo que llegarás a vivir con la verdad dentro de tu realidad.
Mari Tere