A mi me importa mucho que la gente se meta conmigo. Me hace mucho daño escuchar cómo alguien me deja en ridículo delante de la gente. Cada vez que ocurre algo de este estilo es una pequeña herida que queda grabada en mi cerebro… para siempre. No se porqué pasa, pero el caso es que cada una de estas situaciones condiciona mi forma de comportarme en la vida. El daño es tal, que futuras decisiones, ya no las puedo tomar con total libertad, sino mas bien intentando evitar que se produzcan situaciones similares. A partir de entonces, con mis actos ya no estoy buscando lo mejor para mí, sino que estoy huyendo de lo que me produce dolor. No es la curiosidad y el ánimo de mejorar el que me lleva a escoger entre uno u otro camino. Es el miedo. El miedo a tropezar con otra de estas personas que, sin coste alguno aparente, golpea con la violencia de sus palabras mi escuálido espíritu. Y a partir de entonces el miedo gobierna. A partir de entonces, al encontrarme en un grupo de gente, colegas, conocidos, incluso amigos, prefiero callar a no decir algo que sea objeto de burla y escarnio. En el trabajo, prefiero hacer lo que me dicen, a no sugerir una vía absurda. A mi juicio no lo parece, pero la sola sombra de la minúscula posibilidad de que lo sea, y que alguien lo proclame, es suficiente para llevarme al silencio… al silencio.
A partir de entonces mi vida se reduce a estudiar y seguir al pie de la letra las normas sociales. Haz lo que te dicen; si algo va mal siempre podrás decir que fue culpa suya. Di lo que ya escuchaste; saber que en su momento pasó sin pena ni gloria es suficiente razón para decirlo. Y si alguna vez se te escapa decir o hacer algo, NO FRACASES. Éste sería el peor de los males. La gente estará constantemente recordándote que dijiste que lo harías y no lo hiciste. Te mirarán de reojo como diciendo “fíjate no ha podido”.
Y así pasa la vida. En fin, llamarlo vida es ya casi un pecado. Se convierte mas en un tránsito de un cuerpo entre el nacimiento de sus células, y su muerte. Nada ocurre entre medias. Es muy muy parecido a la vida de una vaca, que nada decide. Y, de repente, estas muerto.
La alternativa es la siguiente: FRACASA. Pues tu fracaso, independientemente de la actitud y reacción del resto de la gente, significa una decisión tomada de forma individual. Significa una acción, y una actitud propia y voluntaria ante tu vida. Significa decidir que te importa y respetas el hecho de estar vivo, y que crees mas en tu capacidad de construir tu persona, que en la capacidad de los demás en destruirla. Significa, en conclusión, que eres tú. Y a mi no se me ocurre ningún logro que haya sido obtenido por una vaca y no por una persona capaz de diseñar y perseguir tal acto. En definitiva, creo que el solo hecho de sentirte capaz de afrontar las consecuencias de tu propio fracaso significa uno de los mayores éxitos a los que una persona puede aspirar. Los otros, los que los demás admiran, solo pueden llegar después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario