Dando tumbos por la vida. El motor del movimiento es la fuerza que proviene de palabras ajenas a tu ser. Palabras que en otro escuchas y modelan tu camino. Pues las tomas como ciertas. Un principio descentrado te coloca en el medio de la nada, y sin punto de referencia al que agarrarte. Dentro de una esfera de cristal que te permite mirar el exterior, y tomarlo como el aire que te falta al respirar. Por allí pasan imágenes que aferras como puedes y coleccionas. Parecen puestas allí para llamar tu atención. Para enseñarte el camino hacia el exterior de la esfera. Pero no son mas que reflejos de otros seres que, a veces libres y a veces encerrados como tú, emiten al pasar. Reflejos que, además chocan con la superficie y penetran distorsionados. Y con ellos, esperanzado, construyes tu camino. Día tras día pretendes salir siguiendo tales rastros y lo que provocan es confusión, desesperación y caos. Y consumen tu energía. Tan bella. Tan pura. Y se gasta y se disipa en la nada.
Pero no todo es inutil. Pues tu energía es, ademas, indestructible. Y poderosa como el trueno. Y como el trueno y el rayo, un día alcanza la esfera y la quiebra. No se nota, pero la fisura existe. Y otro día, un viajero exterior choca y agranda la grieta...el principio finalmente ha llegado.
El corazón late de emoción. En una hora comienza la carrera. Son catorce kilómetros contra ti. Un recorrido que transcurre subiendo y bajando montañas, y que no conoces, pues nunca estuviste allí. ¿Necesitaré comida? ¿agua? ¿Llegaré? La fuerza, de demostrar al mundo que estas vivo y que por fin te has dado cuenta, se escapa por los poros ¡Tengo que correr! Tengo que sacar esta energía que me mata. Que siempre estuvo allí. Escondida a la izquierda de mis propios pensamientos. Pero ya la he visto y, hay tanta, que me quema.
Diez segundos y comienza la carrera...nueve ocho, siete...uno, CERO...
DIOS MIO!!!!!!
Cero y comienzo de nuevo.
Oxigeno, sangre, y movimiento. Y subo. Y el aire me permite respirar y me llena los pulmones. Cuando inspiro entra aire limpio de las montañas. Al expirar sale pasado anquilosado. Inspiro...Expiro...Inspiro...Las piernas van en constante movimiento, y los brazos al compas, con el latir. El ruido interior disminuye y deja entrar el aire, y mis ojos se abren. Inspiro y expiro una vez mas. La paz me deja ya moverme sin romper las piedras al pasar. La meta se acerca. Un ultimo sprint y, por fin, sale el sol.
Es la misma vida que antes. Soy la misma persona. Mi energía, sin embargo, ahora resuena con los rayos de un sol... que siempre, siempre, va a salir.
3 comentarios:
gracias
Vaya explosión muchacho!
Un abrazo!
En los tres o cuatro minutos que he tardado en leerlo, me ha latido y ha dejado de latir el corazón al mismo compas del tuyo cuando real o ficticiamente has empezado esa gran carrera de tu vida.
En todo pones el mismo amor y yo te admiro.
MariTere
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