jueves, 19 de julio de 2018

Córdoba Fusión




Estoy en Córdoba, Argentina. Cada día recorro el camino entre el hotel y la academia de ciencias, por una calle peatonal llena de tiendas de ropa y terrazas de cafés bien concurridas. En esta parte de Córdoba es visible la época de colonización española que se puede ver en las iglesias alrededor de la plaza de San Martín, de origen principalmente jesuita, primeros colonizadores en este área. Esto hace que mi corto paseo sea muy agradable a la vista.

Pero en realidad esta entrada se refiere a otro sentido, el oído. En una de las cuatro esquinas de la calle caseros con obispo trejo todas las mañanas hay una pareja que ameniza la zona tocando la guitarra y cantando. El toca la guitarra, ella toca la guitarra y nos regala su voz. Aunque no son especialmente dotados, a mi juicio, es muy agradable escucharles mientras se atraviesa esa zona. Me llaman mucho la atención, y me pregunto que parte de su vida les habrá traído hasta aquí.

A mi concretamente se me oprime un poco el corazón asumiendo que no tendrán una vida muy bollante, cosas mias. En realidad es una sensación que se repite en mi por todas partes de Argentina, u otros países de sudamerica, cuando veo a los vendedores ambulates vendiendo bolis, periódicos, kitkats, empanadas, mini jueguetes de plástico para niños hechos en China, o a personas, (simplemente personas, como yo), mal vestidas limpiando los cristales del coche en los cruzes para con las monedas que recaudan volver a sus fabelas a continuar su vida.

Nuestra pareja parece de habla hispana, pero cantan en inglés y siempre tienen un pequeño corro de gente escuchando, 4 o 5 personas, y la funda de su guitarra esperando la donación voluntaria que el transeúnte quiera obsequiar.

Por las tardes, y en la esquina opuesta de la calle caseros con obispo trejo, se sienta un negro a cantar. El solo, con su guitarra. No esta especialmente dotado, pero su voz y su sensibilidad llaman mucho la atención. Emite una energía muy especial e interesante. A pesar de su lengua materna, el canta en español. Son canciones tipo jazz, que claramente cuentan algo de su vida y estado personal, sin necesidad de que esto sea a través de sus palabras. Siempre tiene un pequeño corro de personas a su alrededor, 8 o 9, y la funda de su guitarra esperando la donación voluntaria que el transeúnte quiera obsequiar.

Hasta hoy, yo me imaginaba que se repartían el espacio de forma competitiva y, no se porqué, sentía que el negro esperaba pacientemente a que la pareja marchase, para tomar el turno y poder ofrecer su música al entorno. Parecía justo, aunque algo frío.

Esta mañana, como cada día, caminaba hacia la academia después de comer y aproximándome a la esquina, empeze a escuchar la musica. Todo normal. Todo bien. No sabía la sorpresa que me esperaba al llegar a la esquina y ver, en la esquina propiedad de la pareja, como un nuevo trio llenaba el espacio de música. Un trío de artistas y seres humanos muy sensibles: el negro y la pareja. El negro y la chica cantaban, los tres tocaban la guitarra. El corro era mas numeroso que de costumbre, y me gusta pensar que la recaudación de las fundas de sus guitarras, hoy será mas generosa. Me siento agradecido, y afortunado.

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